Por el Juancho Mazzeo
@largavida.alrock.radio
Mensaje de texto al Leo “el Flaco en villa maría, el sábado”, ¿respuesta “a qué hora salimos? Me voy hasta el cruce”. Msj mío “tranqui, te aviso cerca del mediodía y te busco”. Fin del comunicado. El “corazón” de Patricio Rey volvía a Villa María después de 25 años, esta vez acompañado de Los Fakires para cerrar un año de mucha peregrinación y con disco nuevo, que si bien los temas fueron presentados como “simples” desde 2020, hace unos días se publico la obra completa “Espejismos”, que recomiendo escuchar al viejo estilo: sentarse acompañado de algún aperitivo y dejar correr todo el disco. Es un viaje, hermoso viaje. Antes de seguir con la crónica… qué buen laburo de Javier Lecumberry en el disco. Antes de las 5 de la tarde estábamos en Villa María, en el multiespacio de Mundo Rojo, y la prueba de sonido nos recibía con la más hermosa de las melodías y los recuerdos de caminar esas avenidas hacia el Anfiteatro, abrazados en la multitud ricotera. Nos fuimos un rato al río, costanera, parque, el anfiteatro y muchas imágenes invadiéndonos a cada momento, como un deja vú, tan encantador. Cerca de las 21hs volvimos y ya las tribus copaban la zona: trapos, abrazos, aperitivos y sanguches de mortadela, ese “jamón crudo de los albañiles” decía mi viejo. Ingresamos para ver a los locales de Bicicleta Imaginaria, que nos sorprendió gratamente con un puñado de canciones y quedamos con ganas de escuchar más. Buen sonido, buenas letras, buenas melodías, en un formato cuasi-acústico con cajón peruano. Habrá que volver para verlos en formato eléctrico, en una ciudad con gran cantidad y calidad de artistas. Recomiendo revisar la matrix y escuchar a les artistas de Villa María y la zona, mucho mucho rock. Se apagan las luces a las 11 de la noche y suben al escenario Leandro Sánchez, Claudio Quartero y Joaquín Rosson, Los Fakires, la trama que hoy sostiene al Flaco, y comienzan a emerger rocanroles: Lluvia sobre Bagdad, Popurri redondo, Tal vez mañana, El ojo Testigo, Aplausos en el Cosmos, Aves migratorias, Golem de Paternal, Plumas de Cóndor al viento, Todo un palo, Presagio, La trama invisible, Tam Tam, Yo soy la máquina, Jijiji, Oda a la sin nombre, Corre Corre Corre, Callejón, Lejos de Casa, Astrolabio, Parabellum del buen psicopata, y el cierre, dedicado a todos los peregrinos que llegamos a ver la última presentación del año, El sueño del jinete. Casi dos horas de sonido impecable, de una banda que suena muy ajustada, muy bien, una gran base de Claudio y Leandro que permiten a Joaquín y Skay jugar con sus guitarras, y llevarnos a un viaje, que por más que parezca un resplandor fugaz, nos permite bailar entre las llamas, ahí, en esa misa pagana donde nos cruzamos los que huimos de la máquina, antes que nos triture. Un salón colmado, muy buen sonido, gran cantidad de +40 que padecimos garrote y montada hace 25 años, y que hoy podemos disfrutar sin ese miedo respirando detrás nuestro. Y no es detalle menor. El viaje de regreso hacia el noroeste cordobés es un clásico con los audios de las misas que compartió El Ghetto de los Pibes en iutube, que conocemos casi de memoria la lista de temas y los comentarios. Hablando del recital, de la banda, de los redondos, nos preguntamos si alguna vez volverían las bandas a tener “inéditos”, esos temas que solamente los escuchabas cuando ibas al concierto. Tal vez en algún momento vuelva esa música que escapaba al mercado musical y a la matrix, ¿no? Brindamos por más misas paganas, por Poli y Saky, por el rock. Gracias por el arte. Nos vemos la próxima… “En viejas canciones, que hagan llorar, tres perros flacos y yo en un borroso Nirvana final… qué paz…”