Crónica de Flores a Monte Grande
Por el JuanchoMazzeo@largavida.alrock.radio
Hace un año en el anfi de Rosario tocaban Los Gardeles y lo conocía al Niko, fotógrafo y casi enfermero de La Plata, que me hablaba de una banda, Cabra da Peste. Acostumbrado a buscar info y escuchar música de bandas que aparecen en las remeras de todo recital, comencé a explorar en la matrix a esa banda: historia, entrevistas, discos. Y sí, sonaba, había algo que me llamaba la atención pero no sabía qué.
Como me pasa con los libros, hay momentos y momentos en la vida donde el arte te interpela con diferente fuerza, te llega de otra forma, con más o menos intensidad. Creo que fueron los discos solistas del Guille Gamboa los que dieron la estocada final que me sumergió en la familia da peste.
La fecha confirmada el 3 de febrero en el Teatro Flores junto a La Chancha Muda fue el inicio para que todo suceda.
Salimos desde Pavón con el Gastón y un amigo, desafiando los temores de manejar en la ciudad de la furia y sabiendo que iba a ser una gran fecha para no dejar pasar. Los copilotos fueron orientando hacia el destino “bajá por acá, doblá en la que sigue, paternal, cancha del bicho, seguí, doblá, pará que nos pasamos, bueno bueno, gira acá, por ahí, acá a la vuelta, listo!!!” y llegamos a la casa de la Vane y Franco, dos locos lindos que abrieron las puertas de su hogar para disfrutar de alto asado en la terraza. Y de ahí, 20 cuadras, al teatro.
La única forma de explicar lo que sucedió en esa previa sobre avenida Rivadavia es hacer una comparación con aquel octubre de 2004 en la esquina de Cromañón, la noche que fuimos a ver Los Gardeles: abrazos, banderas, cantos, hermandad. Lo mejor del rocanrol, hermandad, familia. Para entenderlo, hay que vivirlo.
Gran noche en el teatro, con dos bandas que militan lo que cantan, que sonaron mejor de lo que me imaginaba, viviendo una noche y una madrugada de mucha felicidad. Dos bandas que se mueven en la autogestión, que tienen los pies en el barro, con sensibilidad social, con militancia y que saben que todo arte ES político.
El último disco de La Chancha es fabuloso y en vivo se potencia, te sacude, te hace volar, te interpela con sus letras y quedás repitiendo “cuidadito, damas y caballeros…” y querés seguir saltando y bailando por un largo rato. Como ya los había visto un año antes en el CR 23, tenía una idea de lo que me iba a encontrar y sentir. Bueno, no. Fue mucho mejor que todo eso y ojalá puedan andar por la república de Córdoba presentando el disco, algo que no me pienso perder.
La fiesta sobre la Rivadavia se trasladó al Teatro y Cabra da Peste reflejó sobre el escenario todos esos sentires de barrio y corazón, donde se cantó de la primera a la última canción como si fuese la fin del mundo. Y fui feliz. Muy. Volvimos por una General Paz casi desierta y una autopista que delataba a un domingo con calor.
¿Viste cuando una banda te llega ahí al centro del pecho? Bueno, eso. Quince días después el Negro Gamboa salió a una gira serrana en la “cabraneta” que comenzó el sábado 16 de febrero en La Rústika, el bar que acaba de cumplir 21 años, del Pablo Furlani. Gran noche donde pude escuchar al Lijón presentando temas propios, luego el Negro que fue sumando al Carcha en la trompeta y al Lijón con la viola para hacer un “acustibardo” que explotó el bar. El rock, cuando se vive, además de la música, las letras, los viajes, también trae nuevas amistades, se tejen redes que resisten cualquier avance neoliberal y represivo.
Una semana cargada de asambleas, movilizaciones y la “cabraneta” que aterrizaba en San Marcos. Doble presentación el sábado 24: en la plaza y en el bar El Rincón. Hermosa noche cargada de música, alguna llovizna, gente que se acercó a “ver qué onda” y descubrir a la Cabra, el trapo de Olimpo y la banda de los Viércoles, el Luquita, cantante de Un Decir, que se animó a hacer unos temas mientras el Negro hacía una parada técnica después de una hora y media de cantar.
El sol del domingo exigió un asado en el camping municipal, largas charlas, risas y caminatas por el río San Marcos. La gira siguió camino por traslasierras hasta la Villa de Merlo, de la mano de Como te va Rock (gran programa de radio) en la cervecería Dos Venados, con una vista del atardecer increíble y una temperatura que nos invitó a quedarnos hasta casi el amanecer. Linda noche con dos bandas locales: Off Beat y la Weychu, bandas que recomiendo escuchar e ir a ver si andan por aquellos pagos. La gira serrana finalizó en la casa de la tía Dani en Santa Rosa de Conlara, donde dormimos un par de horas antes de salir para Nono a buscar la “cabraneta” que tuvo un desperfecto técnico.
Volví pensando en que había que estar el 16 en lo que iba a ser el primer microestadio organizado por la banda. Porque son esos acontecimientos como fundantes para una banda del under, y había que estar.
El viernes 15 de marzo me fui para la república de Pavón, sur santafesino, a visitar a la familia y esperar que deje de llover y se libere la autopista. Sábado por la mañana coordinamos mediante mensajes con el Gastón para ver a qué hora me pasaban a buscar. El destino: Monte Grande, porque en Lomas de Zamora no les permitieron hacer el recital, así que se mudaron al Club Unión de Padres Los Toritos. Llegamos justo cuando salían los choris de la parrilla, luego de confundir algunas salidas de la autopista Ezeiza Cañuelas, el gps nos sacó a las puertas del mismísimo Club, como si el olorcito de la parrilla fuese un faro que nos llamaba.
Entre charlas con el chunkano del Eric, los abrazos, el registro fotográfico de toda la previa y dando una mano para lo que se necesitaba, la tarde fue pasando de una forma muy hermosa, disimulando los nervios mientras observaba los resultados de la autogestión, de una construcción colectiva para que todo salga como lo soñaron. La esquina de Máximo Paz y Alsina se fue poblando de barrios de todo el conurbano, de diferentes provincias y de países hermanos. Es que en 5 años Cabra da Peste se fue multiplicando, su música viaja, convoca y abraza de una manera increíble e impensada. Con las calles colmadas de tribus, banderas y murgas, se habilitó el ingreso para que funcione el bufet popular y comiencen a sonar las bandas invitadas: EscaLópez y Vidas Desprolijas.
Para quienes vivimos muy lejos del ombligo argentino, tener oportunidad de escuchar en vivo a la sangre nueva del rock, es realmente un placer. En mi caso, tal vez por ser +45, es una necesidad la de ver a una banda en vivo. Todo bien con el material de estudio, pero en vivo hay una energía que se pone en juego que jamás podrá comprender ni replicar ninguna IA. Con un disco cocinado y a punto de presentarlo, pasadas las 21 hs, la banda integrada por Manuel (Guitarra y voz), Fermin (Bajo y coros) e Ivan (Bateria), se subió al escenario del Club Unión de Padres Los Toritos a rockerar y patear cabezas con una muy buena lista de temas: El Rey, ADN rocanrol, Buscando mi verdad, Aprender a olvidar, Volver a ser, Una huella, Maldita máquina (qué buena versión!!!), Quién sos?, Ala delta (ufffff…) y Desesperado. Un poco más de 45 minutos para dejar con ganas de más rocanrol para este power trío que tiene esa capacidad de elegir algunos covers que son parte del ADN del rock nacional y que los incluyen en la lista para que potencien las canciones propias. 7 años para una banda que caminó por varios escenarios emblemáticos y que el viernes 5 de abril presentan su primer disco “Dejando una huella” en el Roxy. A las 10 y media Vidas Desprolijas tomó la posta, la banda de Villa Madero subió al escenario para ofrecer un puñado de canciones mientras el estadio se iba llenando. Ajustaron el sonido, coparon el escenario y a rockear: Fortuna, Amanecido, Familia Desprolija, De soles y lunas, Ya está por llover, Batallando, El country, Buscando, Empachado, Me cansé y Amanecido (con el Negro Gamboa de invitado).
La familia desprolija bailando y cantando, con los trapos flameando todo el recital. El sábado 13 de abril se vuelven a convocar en el Club Ituzaingó, junto a Inercias del Rock y Náufragos., para seguir repasando temas de Acompañándote en tus locuras, el último EP que largaron hace menos de un año. Antes de la medianoche las luces se apagaron y los sonidos murgueros fueron invadiendo el lugar. Bombo, platos, trompetas, bailarines y un estadio colmado. El carnaval da peste regó todo el barrio de alegría y la banda caminó entre el público para llegar al escenario, mientras se escuchaba la poesía que nos preparaba para una gran noche y los acordes de Costilla se mezclaban con lágrimas, abrazos, sonrisas y nuestras gargantas explotadas, porque sí, nos van a ver festejar… Más de dos horas y media para una gran fiesta popular y autogestiva: La voz, Candombe, Libres, Cansado, Río de Janeiro, Alejado, La jaula, Las Voces, Quién?, Hermanos, Artemisa, Bus al norte, Todas las ratas, Sobre las balas derramadas, Latino, Cuarteto, Cuanta policía, Ningún pibe nace chorro, Argentina, Santiago, Malabares, Pa que bailes y un corte de 15 minutos para respirar, hidratar y tomar impulso. Retomaron con la intro de Operativo Libertad, Ojalá, Abstinencia, Terraza, Mal de karma, Entre la risa, Ironía, Semilla, Cambios y cerraron con La vida siempre.
Los trapos y las banderas dieron un marco hermoso a la gran noche que marca un paso muy importante en el crecimiento de la banda en cuanto a convocatoria, que sabemos que es algo a tener en cuenta para poder tener esa autonomía material para continuar andando. Porque la realidad es que vivimos en un mundo capitalista y que les artistas no viven de los aplausos, y que ese respaldo monetario permite seguir recorriendo el país, llevando las canciones de la Cabra y abriendo caminos en la difusión musical sin depender de las cadenas hegemónicas de comunicación. Los rostros de felicidad cuando prendieron las luces es una imagen imposible de retratar, de felicidad y alegría porque todo salió como lo soñaron, porque fue un encuentro de festejos y que lo mejor, siempre, está por venir. Estuvimos una hora despidiéndonos de un montón de personas, muchas de las cuales vamos a ver en el banquete de Uruguay, y comenzamos el viaje de regreso casi a las 4 de la madrugada, con un pasajero nuevo que iba hasta San Pedro, pero que por la neblina nunca pudimos darnos cuenta de dónde estábamos y terminó yendo a Rosario.
Creemos que ya volvió a San Pedro. Cosas que pasan en el rocanrol. Hacia tiempo que una banda no me movilizaba y me conmovía con la Cabra, creo que ahí hay una de las razones por las que tardé tanto en escribir esta crónica. Porque expresar esos sentires, ponerlos en palabras y letras, y lágrimas, y risas, y amor. Autogestión, barrio y corazón, señoras y señores, con ustedes, Cabra da Peste, mi sangre, mis raíces, mi forma de andar…
Nos vemos la próxima, a disfrutar de los placeres que nos quedan, sin dañar.