22 Jan
22Jan

                                                                            Por el Juancho Mazzeo                                                                               @largavida.alrcok.radio

Pasaron los cuatro banquetes en el estadio “Juan Domingo Perón” de Avellaneda, el Cilindro del Racing Club, con un lleno total en cada noche y listas de temas que dejó más que feliz a la familia renguera. Confirmada la acreditación para la tercera noche, la ansiedark comenzó a estar presente cada día, al punto de casi no poder dormir la noche anterior. Es que uno lo vive con tanta pasión y se hace muy difícil mantener la calma. Si a eso le sumamos el impacto de las redes sociales que alimentaron esa ansiedark con las publicaciones de las primeras fechas, puedo asegurar que el ritmo de mis latidos se podría confundir con taquicardia, pero no, solo se explica porque el corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá. Mediodía en la estación de servicios de Arroyo Seco, el bondi de La Daga casi a horario y a la ruta, para llegar a los alrededores del estadio antes de las 5 de la tarde. Hice reconocimiento visual para poder ubicarme y saber a dónde carajos volver sin tener que andar regalándome a la salida con el celular en la mano para encontrar el colectivo, y comencé el último tramo de la peregrinación, sabiendo que entrando temprano iba a estar el Tete del pueblo para recibirnos. Y ahí estaba, en un rincón del estadio rodeado de rengueros y rengueras, abrazando y sacándose fotos, riendo, siendo el mismo de siempre, el Tete del pueblo. Una púa, un abrazo, una sonrisa. Listo, ya está, ¿qué más pedir? Saludé a la Silvina, hablamos de Wayra y su rostro se iluminó de amor, iba a ser una gran noche. De a poco se fue llenando el campo mientras la pibas de “No me toques” terminaban de armar el puesto de asistencia, contención e info. En cada banquete hay un espacio para las pibas, que deja en claro que la banda sigue con los pies en la tierra, que tienen una mirada crítica de la realidad y que todo arte ES político. Fue bajando el sol y las tribunas comenzaron a ocuparse: trapos, familias, encuentros. El flaco Lamadrid con su familia recorriendo los lugares donde dejó rastros de su magia, la Salo, bajista de Escorpia y fiel renguera, el Niko registrando el ingreso de La Vanguardia del Oeste, y la primer banda invitada a punto de comenzar a rockear: Potrero del rock. El trío conformado por el Mati Goncalvez, Mario Aguirre y Juan Romeo, hicieron una gran presentación para quienes, como yo, no habíamos tenido la posibilidad de verlos en vivo. 40 minutos para una muy buena banda, buen ritmo, letras, un enganche con “Mi genio amor” y muchas ganas de escuchar más de esta banda. Luego vino el turno de Wayra Iglesias, a quién ya había visto en el CR23 y que necesita volver a escuchar en otro contexto. Siento que el jueves pude apreciar de una Wayra más consolidada, auténtica, sin presión, como que había otro clima y un sentir de que ella estaba disfrutando mucho de presentar como Wayra. Tal vez por sentirse en familia, como dijo al inicio del recital, o por las presentaciones que fue realizando durante el 2023 y que ayudan a dar más seguridad en el escenario. Por todo eso, o algo más, pero lo que sí puedo decir es que no era la del Cosquín, y me gustó mucho lo que ofreció el jueves. Y el bandón que la acompaña, ufff, las Cucarachas de Bronce (Manu Varela, Marcelo Garófalo, Lenadro Loos y Cristian Díaz), el Santi Gonella, el Tano Baccega, el Negro Rojas y Lucas Kocens. Cerca de las 10, la secta de les fotógrafes ya estaba reunida en el ingreso, luego de abrazos, charlas, risas, la Romy tratando de poner a punto sus cámaras, mientras nos cuenta de la revista Terminal Crazy Rock (recomiendo seguir en las redes y comprar una revista de rock “como la de antes”). En un momento, la ansiedark se hacía insostenible, hasta que se apagaron las luces… Pasadas las 10 de la noche, salieron a la cancha con los tapones de punta: Buena Pipa, Al que he sangrado, Nómades, El twist del pibe, A tú lado, A la carga mi rock and roll, Elefantes pogueando, Cuando vendrán, Bien alto, En el baldío, Ser yo, Vende patria clon, Flecha en la clave, Motoralmaisangre, Panic show (con Nacho Smilari de invitado, guitarrista, entre otras bandas, de La Pesada y Vox Dei), Canibalismo Galáctico, Oportunidad oportuna, El ojo del huracán, Lo frágil de la locura, Hielasangre, Oscuro diamante, El rey de la triste felicidad, El juicio del ganso, El viento que todo lo empuja, El final es en donde partí, La razón que te demora. Un único descanso para volver a triturar lo último de nuestra energía: Tripa y corazón, Buseca y vino tinto, Psilocybe mexicana, Hablando de la Libertad. Se hablarán muchas giladas en las redes y en los medios de comunicación del poder respecto a la frase de Chizo en Panic Show, y de los cantitos populares “la Patria no se vende”, “el que no salta, votó a Milei”, y hay una necesidad de volver a sostener que todo arte ES político, que les artistas son sujetos políticos que tienen ideología, y que, en algunos casos, sostienen una COHERENCIA entre lo que cantan y sus acciones de la vida cotidiana. No es casual que La Renga acompañe el reclamo y la denuncia sobre el vaciamiento al financiamiento cultural del gobierno nacional, así como tampoco son casuales sus declaraciones sobre “la casta” o el espacio que ofrecen para las pibas en cada banquete. La Renga sostiene esa coherencia en sus 35 años, forma parte de lo que son, lo que cantan, lo que muestran. Y gran parte de su convocatoria se sostiene, para mí, en esa coherencia ideológica. Los rostros a la salida es algo muy difícil de describir, pero algo teníamos en común: felicidad absoluta por tres horas del mejor rock and roll. Ya de madrugada, volviendo por el acceso de tierra desde la Autopista a Pavón, no paraba de silbar y cantar “La vida solo tiene una vida y no voy a esperar, esos que quieren sentir que mañana sabrán donde ir…” El banquete finaliza cuando llegamos a casa. Nos vemos la próxima. 


Pd: gracias al Fer Vera, Vicky Wade, a la familia renga por permitir que los medios comunitarios, autogestivos, puedan cubrir los banquetes.

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